7 de Junio Día de la Bandera Nacional

7 de junio de 1880, Epopeya de Arica, Gloria del Ejército Peruano
7 de Junio Día de la Bandera Nacional.

Después de la batalla de Tacna, la guarnición peruana que custodiaba el puerto y el Morro de Arica, quedó totalmente aislada, sin posibilidades de recibir refuerzos, y, bloqueada por las fuerzas del mar y tierra del enemigo.

La Plaza estaba al mando del limeño, coronel de Artillería, don Francisco Bolognesi Cervantes, quien con gran habilidad y sentido de previsión, había logrado almacenar víveres y vestuario, para el caso de un sitio prolongado

El Comandante general de las fuerzas chilenas, era el general Manuel Jesús Baquedano Gonzáles, quien encargó dirigir el asalto al coronel Pedro Lagos, famoso por su crueldad y el deleite que experimentaba con las atrocidades que cometían sus subordinados.

Comprendiendo la gravedad de la situación, el Coronel Bolognesi convocó a una Primera Junta de Guerra, el 28 de mayo, al cual asistieron primeros, segundos y terceros jefes en número de 31. Les explicó con franqueza sobre la precaria posición de Arica después de la derrota de Tacna y las pocas posibilidades de defensa que quedaban, e hizo una invocación con las siguientes palabras:

Señores Jefes:
“Estáis llamados a decidir con vuestro voto de la suerte de esta Plaza de Guerra, cuya custodia os ha confiado la Nación. No quiero hacer presión sobre vuestras conciencias, por que nuestros sacrificios no serían idénticos.

“Yo he vivido sesenta y tres años, y mi existencia no se prolongará por muchos días. ¿Qué puedo desear que morir por mi patria y con la gloria de una existencia heroica, que salvará el honor militar y la dignidad del Ejército Peruano comprometido en esta guerra?

“Pero hay entre vosotros muchos hombres jóvenes, que pueden ser útiles a la Patria y servirla en el porvenir; no quiero arrastrarlos en el egoísmo de mi gloria, sin que la Junta, manifieste su voluntad decidida a defender la plaza y resistir el ataque.
“El Comandante en Jefe espera que sus oficiales manifiesten libremente su opinión”

El primero en pedir la palabra fue el coronel Alfonso Ugarte y Vernal, le siguieron los coroneles: José Joaquín Inclán Gonzáles Vigíl, Justo Arias y Aragüez, Juan Guillermo Moore Ruiz y Roque Sáenz Peña, cuyo pronunciamiento impresionó mucho por su sinceridad y su incondicional adhesión a la causa del Perú. Uno a uno fueron sumándose los otros jefes hasta obtener casi la totalidad de los asistentes, que se pronunciaron por la defensa sin límite de del puerto y el Morro de Arica.

El general Baquedano, decidió enviar como parlamentario al sargento mayor José de la Cruz Salvo, quien se presentó ante el coronel Bolognesi el 5 de junio a las seis de la mañana, siendo recibido por el comandante Ramón Zavala. Tenía instrucciones para ofrecerle una honrosa capitulación; esta consistía en rendirle los honores militares, previa entrega de las armas.

José de la Cruz Salvo, inició el diálogo con las siguientes frases: “Señor, el general en jefe del ejército de Chile, deseoso de evitar un derramamiento inútil de sangre, después de haber vencido en Tacna al grueso del ejército aliado, me envía a pedir la rendición de la plaza, cuyos recursos en hombres, víveres y municiones conocemos”
Respondió el coronel Bolognesi: “Tengo deberes sagrados y los cumpliré quemando el último cartucho”

Levantándose replicó el parlamentario: “Entonces está cumplida mi misión”.

Repuso con calma el gobernador de la plaza: “Lo que he dicho a Ud. es mi opinión personal, pero debo consultar a los jefes; y a las dos de la tarde mandaré mi respuesta al cuartel general chileno”

Salvo objetó: “No, señor comandante general. Esa demora está prevista, por que en la situación en que nos hallamos, una hora puede decidir la suerte de la plaza”. “Me retiro”.

El coronel Bolognesi, que ya de antemano sabía la respuesta de sus jefes, dijo: “Dígnese usted aguardar un instante, voy a hacer la consulta aquí mismo y en presencia de usted.

Acudieron los jefes a lo que se llama la Segunda Junta de Guerra, el 5 de Junio.
Fue el coronel Moore quien pidió que el voto fuera por aclamación, que una vez producido, permitió a Bolognesi dar la histórico e innegable respuesta: “Podéis decir a vuestro general, que me siento orgulloso de mis jefes y dispuesto a quemar el último cartucho en defensa de la plaza”.

El parlamentario Salvo contestó: “Señores: mi misión está cumplida......lo siento mucho”.

Al amanecer del 7 de junio de 1880, el ejército chileno inició el asalto de Arica. El ataque chileno se produjo por seis puntos diferentes. El Fuerte “Ciudadela” estaba defendido por los Granaderos de Tacna al mando del bravo coronel Justo Arias y Aragüez, por quien los chilenos sentían admiración y miedo al mismo tiempo. Cuando los enemigos lo rodearon, le pidieron a gritos: “Ríndase mi coronel, no queremos matarlo”

A lo que este contestó: “No me rindo carajo! ¡Viva el Perú! ¡Fuego Muchachos! Y cien balas chilenas lo tumbaron para siempre.....

Cuando la infantería había logrado apoderarse del fuerte “Ciudadela” la caballería entró para acabar con los vivos y moribundos....cumpliendo la consigna del furibundo coronel Lagos: “Hoy no hay prisioneros” Tanto jefes, oficiales y soldados del “Ciudadela” habían rendido su vida por la Patria.

El Coronel Bolognesi que dirigía la defensa desde la planicie del Morro, comprendiendo que la batalla estaba perdida, decidió hacer volar las minas que con tanto sacrificio se había preparado e intentado hacerlas funcionar, personalmente, exclamó indignado “Traición” al no haber hecho fuego ninguna.
La lucha derivó por el cuerpo a cuerpo. Bolognesi es herido y desde el suelo dispara su revólver, cuando un feroz culatazo le destroza el cráneo. Todos enfrentan la muerte con heroísmo sin igual.

Alfonso Ugarte es herido, pero prefiere no caer en manos del enemigo, por lo cual pica espuelas en su hermoso caballo blanco y se precipita al mar desde la cumbre del Morro, legando otro ejemplo de valor a las generaciones futuras.

A las 9 de la mañana había cesado toda resistencia. El coronel Francisco Bolognesi, los Jefes, Oficiales, soldados y marineros de la guarnición militar de Arica, habían cumplido con el juramento de “quemar el último cartucho”

Aquel anciano de 63 años, protagonista de la adversidad y del desamparo peruano, en medio de la soledad de las arenas, el mar y de una plaza militar aislada, dio con la frase exacta para el suceso de clásico estoicismo del Morro: “Quemaré hasta el último cartucho”

Para el Ejército y para la Patria, es su hijo predilecto, ejemplo de honor y celo en el cumplimiento del deber, pues él Juró, luchar y morir por mantener en alto la Bandera, e inmaculada la Dignidad Nacional.

Por ello el 7 de junio de cada año se celebra el “Día de la Bandera” y en ese día se le rinden homenajes especiales, al hermoso símbolo de nuestra nacionalidad; y a la memoria de esa ejemplar epopeya del Morro de Arica, en la que inmoló su vida el ínclito coronel Francisco Bolognesi y sus valientes compañeros de arma.

A su Memoria, rendimos nuestro tributo de reconocimiento y admiración, por ser modelo y ejemplo de generaciones, que hoy evocamos con este conmovedor y hermoso relato:

“El niño que también juró”

“En Lima, a las diez de la mañana del día sábado 28 de julio de 1821, el cortejo inolvidable sale de la casa de Pizarro y emprende la marcha hacia el cívico altar levantado junto a la fuente de la Plaza de Armas. Al centro viene el General don José Francisco de San Martín y Matorras, a su derecha el Gobernador Político y Militar de la ciudad, don Pedro José de Zàrate y Navìa, Marqués de Montemira, portando la Bandera Nacional. Con lenta majestad, la insignia asciende por las gradas del tablado y a la vista de dieciséis mil personas es entregada al fundador de nuestra Libertad, que la eleva sobre todos y proclama: “desde ese momento el Perú es libre e independiente por la voluntad general de los pueblos y por la justicia de su causa que Dios defiende”.

“En el inmenso clamor de los vítores del pueblo, hay un niño silencioso. En las gradas de la catedral, lo tiene en brazos su padre, el maestro de capilla del templo, fino músico genovès que días antes había estampado su nombre en el Acta de la Jura de la Independencia del Perú y que ahora quiere que su hijo de casi 5 años jure también la libertad de su patria. En los grandes ojos azules, en el corazón que late apresuradamente en la honra raíz de su conciencia, el niño refleja la imagen de su padrino de bautizo, el Marqués de Montemira, marchando imponente en su brillante uniforme con la bandera en alto, para entregarla como lo màs sagrado que existe en el mundo, a un caudillo deslumbrante como un dios de la guerra y, cuando oye las augustas palabras eternas, jura también en su mente defenderla hasta morir.

“Una vida más tarde, se señalará como “DÌA DE LA BANDERA” el de la muerte del niño de aquel entonces, que se llamaba Francisco Bolognesi Cervantes”, Héroe de la Epopeya de Arica”.

“Bendita seas Bandera Peruana, por que fuiste ave con Jorge Chávez, pujanza con Elías Aguirre, ala con Alfonso Ugarte, sudario con Miguel Grau, anhelo con Túpac Amaru, idea con Hipólito Unanue, músculo y nervio con Francisco Pardo de Zela, gracia con Ricardo Palma, música alada con José Santos Chocano, poesía eterna con Federico Barreto, Oración sublime con Abraham Valdelomar”,

“Benditos sean los que siguen tus colores, te adoren de rodillas, y sueñen con tu grandeza; benditos sean los que te aman sobre todas las cosas, los que sacrifiquen por tí a sus padres y a sus madres, a sus hijos y a sus hijas; benditos sean los que te entreguen cuanto les pidas”,

“Bandera Peruana, hija de San Martín, nieta de Manco Cápac, madre de Grau y Bolognesi, en la hora de la libertad, aquí en este suelo Sanmartiniano, bajo la paz del Cielo claro, ante la cruz de la religión y ante la espada del heroísmo, te hago el voto de mi vida y te saludo,

José Jorge Nava Pittaluga

Comentarios

ginho ha dicho que…
Muy buena y conmovedora historia, quisiera saber quien fue el autor y si se baso en hechos reales o es solo una tradición? . Gracias

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